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Inmaculada López Fernández
Directora del IES Joaquín Araújo y profesora de Geografía e Historia
La voz de...

“...viajar es hacer “vía”, es hacer camino.”

Nuestra vida es un viaje que iniciamos al nacer y que termina con nosotros.
Y durante esa vida no dejamos de viajar: lo hacemos por obligación, cuando cada día nos desplazamos a nuestro lugar de trabajo o de estudio; impulsados por las circunstancias que nos llevan a regiones donde tener mejores salarios y condiciones de vida; por placer, buscando lugares desconocidos que conocer o destinos conocidos que seguir explorando; mentalmente, trasladándonos donde desearíamos estar, o, sin ni siquiera desearlo, cuando soñamos, moviéndonos hacia lugares que no existen salvo en nosotros. Y para dar nombre a este afán de cambio de lugar hemos tomado prestado del latín el término: viajar es hacer vía, es hacer camino.
El ser humano ha viajado a lo largo de la historia movido por la necesidad de sobrevivir buscando sustento, por la codicia en busca de rapiña, moviendo productos con los que comerciar, desplazando ejércitos con los que invadir, empujado por la curiosidad abriendo horizontes. Y así nuestros antepasados paleolíticos iban tras la caza para asegurar el sustento del grupo. Los hombres del Neolítico se movían intercambiando productos y esos viajes, primero de trueque y luego comerciales, no han dejado de ser una de las más poderosas razones para cambiar de destino. Y, con el desarrollo de la economía productora y el aumento de la riqueza, se inicia el deseo de algunos de obtenerla sin producirla y los viajes cuyo objetivo era el saqueo se multiplican, como también lo hacen los que tenían como finalidad conquistar territorios y arramblar con lo que se podía.
Pero también muchos viajeros abrían horizontes, nuevas rutas que después serían seguidas por muchos otros. Ahí tenemos a Heródoto, que, gracias a sus múltiples viajes, nos dejó la primera descripción del mundo antiguo; o a Marco Polo, que con su relato dio a conocer las tierras de Asia central y China poniendo en el mapa la mítica Ruta de la Seda; o a Cristóbal Colón, que buscaba el lejano oriente por una ruta alternativa que evitara los problemas que habían encarecido el comercio entre Europa y las regiones orientales y llegó a lo que llamamos América; o a Fernando de Magallanes, quien encontró el paso que lleva su nombre y que permitió navegar del Atlántico al Pacífico; o a James Cook, que con sus viajes dio a conocer las tierras de Oceanía; o a Alexander von Humboldt, que gracias a su tarea de geógrafo exploró América del Sur, parte de Asia central y Europa; o al doctor Livingstone, al que debemos el conocimiento de zonas del África central como las cataratas Victoria; o a John Spekeb y Richard Francis Burton, que buscaron y encontraron las fuentes del Nilo; o a Robert Falcon Scott y Roald Amundsen, que protagonizaron la carrera por conquistar el Polo Sur; o a tantos y tantos viajeros curiosos que hicieron del viaje el centro de sus vidas.
¨...muchos viajeros abrían horizontes, nuevas rutas que después serían seguidas por muchos otros. Ahí tenemos a Heródoto, que gracias a sus múltiples viajes nos dejó la primera descripción del mundo antiguo.¨
¨Y, con el desarrollo de la economía productora y el aumento de la riqueza, se inicia el deseo de algunos de obtenerla sin producirla y los viajes cuyo objetivo era el saqueo se multiplican...¨