top of page
Citrus

Rincón de prosa poética.

Por

Lorena San José Herráez 

1º Bachillerato C

Mi cueva:

Ya recogí mi cuarto, o como mi abuela le dice, mi cueva. Quizás me gusta esa sensación vacía de percibirla repleta. Como si al ordenarla faltara algo pero con el caos se viera completa. Supongo que me pasa igual conmigo: cuando estoy bien, extraño mi tristeza. Y siempre vuelvo a lo mismo, como si no supiera estar de otra manera. En algún momento mi cabeza se convirtió en mi cuarto, se convirtió en mi cueva. Tan desordenada que no encuentro siquiera las fuerzas de levantarme de la cama, me quedo a la espera. Me esfuerzo en organizarla pero el caos vuelve rápido; no tengo tiempo de nada, ni siquiera de un descanso. Todo sigue igual, nada cambia, mis intentos son un fracaso. Mi caos se hace más grande y las personas se espantan por el desorden de mi cuarto. Viniste y me esforcé mucho por ponerle orden a este sitio, a este antro. Y espero que te quedes, a pesar de que no siempre pueda mantener limpio este espacio. Si pienso que te vas, se empezará a desordenar y no quiero que eso pase tan rápido. Así que vayamos lento, vayamos despacio y poco a poco te enseñaré el desorden de mi cuarto.

 

 

Ella no se parece nada a mí:

Ella no se parece nada a mí, y no sé cómo me debería sentir. Te veo desde lejos y te ves tan feliz; tal vez solo necesitabas que me alejara de ti. Te gustaban mis ojos, mezcla de verde y gris; si los preferías marrones, podría haber sido así. Ahora ella es distinta, supongo que así no me puedes percibir. Me alegra que pasaras página, que puedas seguir. Ella no se parece nada a mí y tú pareces feliz. Entonces, ¿por qué yo sigo aquí? Estoy pensando en que repetiría todo de principio a fin, aun sabiendo que ese puesto nunca fue para mí. Y lo habría cambiado todo por ti, pero sé que ni eso podría servir. Nunca sentí que me quisieras presumir, pero hasta yo sé de ella y ni siquiera lo vi. Y ella no se parece a mí.

Arete:

Hoy perdí un arete. Quizás por no cuidarlo, quizás por no guardarlo, por usarlo, quizás por desgastarlo. Quizás si siempre lo hubiera mantenido guardado y solo lo sacara para de vez en cuando mirarlo, lo seguiría teniendo y aún podría llevarlo. Y me di cuenta de que te volviste como mi arete. Desapareciste porque siempre  quise tenerte presente. Si hubieras sido únicamente parte de mi mente y no hubiera seguido buscando entenderte, no te habría perdido tan de repente. Al menos es lo que pienso, al menos es lo que siento, al menos es como lo entiendo. Igual no importa, me compré unos aretes nuevos, y me encantan y los luzco, pero no puedo evitar tener miedo. Igual que perdí otros ahora puedo perder estos. Por eso a veces no quiero ponérmelos, no porque no me gusten, sino porque ahora son mis favoritos y no quiero perderlos. O al menos no quiero pensar que fue por querer llevarlos conmigo todo el tiempo.

bottom of page